El Almanaque de mi Padre
“Comprendí lo profunda que era la zanja que se había abierto entre los dos durante todos aquellos años en que evité hablar con mi padre.”
Al morir su padre, Yoichi se ve obligado a volver al pueblo al que hacía más de diez años que no volvía para asistir a su funeral. Su padre, por el que nunca ha tenido gran afecto, aparece en sus recuerdos como un ser borroso y culpable de sus desdichas. A través de los comentarios y las anécdotas de familiares y amigos, Yoichi va reconstruyendo la figura de su padre y la compleja relación con su madre.
Reseña por: Beatiz Alonso Carvajales
Recordando Japón después de la II Guerra Mundial
La historia del Almanaque de mi Padre cuenta cómo el protagonista debe reconciliarse con el recuerdo de su padre, tratando de entender sus motivaciones y el porqué del divorcio de sus padres, que le marcó profundamente. Ante este planteamiento, se va construyendo una compleja historia con fragmentos de los recuerdos del protagonista, permitiendo que el lector conozca una reflexión total sobre su vida. El lector pronto se ve identificado con el protagonista, atormentado por el remordimiento de no haberse preocupado por su padre, siquiera por conocerlo, y siente una profunda tristeza. Esta tristeza es la que le llevará hacia la reflexión, siendo ésta un medio para poder comprender el pasado y liberarse de él. Y, si bien en un principio la historia puede resultarnos algo fría y distante, pronto nos podemos dar cuenta de su profundidad y de cómo va conmoviendo el relato al protagonista.
La familia y las costumbres típicas japonesas son una parte muy importante de la obra. Para empezar, toda ella comienza a desarrollarse en el velatorio del padre del protagonista, mediante los recuerdos de los familiares y los amigos, y termina en su funeral. Esta familia, siempre ha apoyado al protagonista a pesar de que éste se opone a cumplir con las costumbres familiares e intenta “escapar” de ellos. La cercanía de todos los personajes de la familia y esa sencillez con la que se nos introduce en su vida, hace que nos adentremos en un cultura totalmente distinta y sin embargo, nos resulta familiarmente cercana, ya que los valores siguen siendo los mismos.
En conjunto, resulta una obra equilibrada y sobria, pero que demuestra que un buen narrador es capaz de contar una historia costumbrista con la misma intensidad (o más si cabe) que una obra de acción, suspense o aventura.
Un estilo limpio y perfeccionista
El autor desarrolla un estilo de dibujo muy personal, preciosista y adulto, con una línea simple y rotunda apoyada de unos grises tramados que aportan gran detallismo. Y si mientras en ocasiones nos podemos percatar de la simplicidad que tienen los personajes, a menudo se nos sorprende con excepcionales fondos trabajados con gran esmero y meticulosidad.
Este estilo de dibujo ha madurado con el tiempo y con las historias que ha elegido contar; toda la obra de este autor se centra en historias costumbristas que nos hablan de la sociedad japonesa y de sus costumbres, y el dibujo se adapta perfectamente a ello. Así, el dibujo limpio, pero lleno de detalles excepcionales, es arropado por una narración sosegada que invita a observar cada viñeta una y otra vez.
El Autor
Jirō Taniguchi nace en 1947 en Japón. Debutó por primera vez en 1970 con Kareta Heya (Un verano seco), que se publicó en la revista Young Comic. Sus siguientes obras las creó junto con el guionista Natsuo Sekigawa, como Lindo 3!. En 1984 y hasta 1991, ambos autores trabajaron en la trilogía Bocchan No Jidai (La época de Botchan). Ya en la década de los 90 es cuando empieza a trabajar solo, y crea varios álbumes que lo caracterizarían como Aruku Hito (El Caminante), Chichi no koyomi (El Almanaque de mi padre), o Keyaki no ki (El olmo del Cáucaso). A partir del año 2000, desarrollaría su estilo personal trabajando en obras como Ikaru (Ícaro), con guión de Mœbius, Harukana machi he (Barrio Lejano) o en Mahou no Yama (La montaña mágica).
Taniguchi ha ganado varios premios en reconocimiento a su trabajo, entre ellos el Premio de la Cultural Osamu Tezuka en 1998 por Bocchan No Jidai, el Premio Shogakukan por Inu wo Kau (Tierra de sueños), y en 2003 el Premio Alph'Art del mejor guión en el Festival del Cómic de Angoulême por Harukana machi he.
La Edición nueva en España
La Reedición que ha realizado Planeta de Agostini es de agradecer, debido a la dificultad de encontrar en España los tres tomos que se publicaron originalmente bajo el sello de Biblioteca Pachinko (que publicó también la obra Monster de Naoki Urasawa) y así se da la posibilidad al aficionado a leer esta magnífica obra. Por otro lado, y dejando a parte los errores de la primera edición que obligaron a retirar de tiendas de toda España y retrasaron su salida dos meses, la edición es bastante correcta. Las tapas son de cartoné, bastante resistentes y con un hermoso estampado, y el papel es de calidad. Se echa de menos un poco más de calidad para las páginas originales en color, o en su defecto, la publicación en color de las mismas (aunque incrementara el precio que, por otro lado, ya es tremendamente asequible en comparación con otras obras de género manga).
Lo mejor
La sensibilidad dramática de la historia y la belleza del dibujo, que se compenetran perfectamente y llegan a conmover al lector.
Lo peor
Se trata de un género poco tratado en el mundo del cómic, y muchos lectores no sentirán atracción hacia él.
Ficha técnica
Título Original: (父の暦) Chichi no koyomi
Año de publicación original: 1995
Guión: Jirō Taniguchi
Dibujo: Jirō Taniguchi
Tinta / Color / Rotulación: Jirō Taniguchi
Formato Tomo: Libro cartoné, 272 páginas. Blanco y negro
Nº de Tomos: 1 (3 en la edición anterior)
Editorial: Planeta de Agostini
ISBN: 978-84-674-6554-9
PVP: 11,95 €
1 comentario:
Precisamente estoy leyéndolo ahora mismo. Me está gustando bastante, muy, muy clásico. Había leído otras cosas de Taniguchi, pero todavía tenía este pendiente. No tengo muy claro qué quieres decir con "lo peor"... es cierto que ahora parece que todo el manga es muy temático, con estéticas y argumentos demasiado estereotipados, pero hay más obras como estas, tan intimistas, a pesar de ser algo subterráneas. Es quizá la otra cara de la moneda japonesa, oculta por la imagen que tenemos en occidente de ese país
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