"No creo que sea pintor, pero pintar es maravilloso. Después uno no tiene dedos negros como con la escritura, sino azules y rojos". A Herman Hesse, autor de más de 3.000 coloridas acuarelas, le gustaba mancharse las manos de pintura como al resto de autores que forman parte de Y además saben pintar (Maeva), de Donald Friedman, una historia del arte a partir de las obras de escritores como Fiodor Dostoyevski Lewis Carroll, Rafael Alberti o Sylvia Plath.
Aunque en el imaginario colectivo está más arraigada la figura del escritor-periodista, la pintura es una vía de expresión alternativa, incluso de fuga artística para muchos autores que descubren nuevas facetas de su personalidad literaria. Por ejemplo, los dibujos a pluma del oscuro Joseph Conrad, creador de El corazón de las tinieblas, muestran chicas sexy y caricaturas humorística y los croquis del pesimista Charles Bukowski se asemejan a los garabatos infantiles de un coche o un perro.
Aunque para muchos, sólo era un canal más de creatividad con el que experimentar. Kurt Vonnegut se preguntaba: ¿Por qué no el golf o la papiroflexia?, Víctor Hugo dedicaba el descanso dominical a sus creaciones a partir de los posos del café, cenizas y cerillas y para Allen Ginsberg era la mejor manera de perder el tiempo. "Mi ambición de niño era convertirme en un gran artista. Soy escritor sólo a causa de las circunstancias", recordaba George Bernard Shaw.
El libro 'Y además saben pintar', de Donald Friedman, repasa la obra pictórica de escritores famosos como Dostoyevski, Proust, Lorca o D.H. Lawrence. La imagen muestra un lienzo de éste último, 'El rapto de las sabinas'. El autor de 'El amante de Lady Chatterley' expuso 25 cuadros en Londres en 1929; 13 de ellos fueron confiscados por un tribunal policial para someterlos a las leyes sobre obscenidad.
A Lewis Carroll le gustaba dibujar, pero despreciaba su propia obra. El autor de 'Alicia en el país de las maravillas' consideraba sus dibujos "completamente erróneos en el aspecto anatómico'. En la imagen, 'Alicia grande', de 1886.
El poeta místico William Blake combinó texto e imagen en sus libros. Para él, la escencia del arte era la línea, y detestaba el claroscuro. En la imagen, 'La casa de la muerte' de 1795.
Fuente: adn
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